287 km.
Etapa 2
En esta segunda etapa partimos desde Selaya hacia el Alto Caracol, gozando de la conducción por una carretera en perfecto estado, recientemente asfaltada y tráfico escaso, preparada para nuestro disfrute. Bastantes sombras hasta San Roque de Riomiera, que decrecen a partir del desvío a Selaya, hasta dejar de existir en los últimos kilómetros.
Descubriremos en los siguientes kilómetros algunas de esas pequeñas localidades escondidas en la provincia. Nos envolverán en su palpable carácter cántabro, como lo hace Llerana, una coqueta localización repleta de casonas de renombre que no querrás dejar de admirar.
Así es también Vega de Pas, cuyo signo principal de identidad es El “cuévano”. ocupando un lugar predominante en la peculiar vida pasiega. Lo mismo que las típicas “cabañas” de tejado de pizarra, mitad casa y mitad cuadra para el ganado. Comparte carácter con nuestra siguiente parada en el camino: San Pedro del Romeral. Un legado de trashumancia se hace eco en esta tierra donde la cabaña pasiega es la arquitectura característica de este lugar, conjuntando de una forma perfecta con el entorno primitivo en el que nos encontraremos recorriendo sobre nuestras motos.
Un alto en el camino para admirar las vistas desde Pantano del Ebro. Se encuentra entre la comarca cántabra de Campoo-Los Valles y la burgalesa de Las Merindades, aunque la mayor parte del Embalse está en territorio cántabro. Es uno de los embalses más extensos de España. El acceso lo podemos realizar desde la margen derecha y también en las proximidades de la presa, donde se forma una playa natural de poca pendiente con accesibilidad fácil hasta el agua. Así mismo, y si el día acompaña, el baño está permitido pero solo en las zonas especialmente señalizadas.
Seguiremos adelante en esta etapa a lo largo de pequeños pueblos en la senda del Ebro, como Polientes, hasta alcanzar San Felices de Buelna, perteneciente a la comarca del Besaya.
Merece la pena pasear para visitar bienes de interés cultural que se conservan en el municipio: la Iglesia de San Félix, la Torre de Pero Niño, la Cueva de Hornos de la Peña y de Sovilla y los Castros del Monte Dobra. Además, forma parte de la zona arqueológica conocida como Conjunto Arqueológico, formado por múltiples yacimientos. Despedimos este precioso paraje para dirigirnos a uno de los lugares que se nos viene a la mente al tratar sobre Cantabria.
Santillana del Mar, uno de los focos de turismo más activos de la comunidad. Esto se debe a sus 15.000 años de historia, que dejan una palpable riqueza cultural e histórico-artística de la localidad. Es conocido como el pueblo de las tres mentiras, que como iremos descubriendo a lo largo de nuestra visita aquí, ya que esta villa ni es santa, ni llana, ni tiene mar. Esta localidad empedrada es imprescindible recorrerla a pie para admirar en toda su plenitud la belleza de sus calles y edificaciones medievales plagadas de pequeños comercios con productos artesanales y gastronómicos de la tierruca. Nos encontramos así frente a espléndidos edificios como las casas del Águila y la Parra (ahora sala de exposiciones), el palacio y la torre de Velarde, la casa de Leonor de la Vega, los palacios de Barreda, Tagle y Villa y un larguísimo etcétera que sería demasiado extenso enumerar.
Terminamos esta preciosa etapa en Comillas, una parada obligada en nuestro camino, y en el de cualquiera que visite esta comunidad tan especial. Nos invita a apearnos de nuestra moto y visitar lugares como el palacio modernista del genial arquitecto catalán Antonio Gaudí, conocido como “El Capricho”. Alzando la mirada encontramos edificaciones que nos dejarán atónitos; La Universidad Pontificia, el Palacio de Sobrellano y también el espectacular cementerio que corona en un alto. Constituye uno de los símbolos más peculiares, presidido por la sobresaliente escultura modernista “El Ángel”.